Muchos descubrimientos de nuestra historia han sido hallados por casualidad.
Algunos únicamente por descuidos, otros en medio de otra investigación... pero lo importante es que fueron descubiertos, y se podría decir que un poco por medio del azar.
Uno de esos descubrimientos, por ejemplo, fueron las cerillas que estuvieron a punto de producir un colosal incendio. Todo sucedió mientras un empleado llamado C.Astor, que trabajaba para el químico y farmacéutico inglés John Walker, transportaba varios recipientes que contenían sustancias altamente inflamables: potasio, fósforo blanco, resina y cloruro.
Este los pisó una tabla de madera que por el peso cedió haciendo que todos ellos se derramaran y mezclaran entre sí formando un estropicio. Pero al intentar desclavar la madera del suelo y tocar la mezcla de todas esas sustancias reaccionó formando una gran llamarada del todo inesperada. A partir de ese, por suerte, pequeño accidente, se descubrieron las cerillas de madera que más tarde John Walker dió a conocer en 1830,sin llegar jamás a patentar.
Este los pisó una tabla de madera que por el peso cedió haciendo que todos ellos se derramaran y mezclaran entre sí formando un estropicio. Pero al intentar desclavar la madera del suelo y tocar la mezcla de todas esas sustancias reaccionó formando una gran llamarada del todo inesperada. A partir de ese, por suerte, pequeño accidente, se descubrieron las cerillas de madera que más tarde John Walker dió a conocer en 1830,sin llegar jamás a patentar.
Otro descubrimiento a manos del azar fue el de la penicilina a manos del ya conocido Alexander Fleming.
Su importante descubrimiento lo halló mientras investigaba la gripe en 1928. En sus investigaciones se dio cuenta de la aparición de un moho azul-verdoso que había infectado a una de sus placas Petri( un recipiento usado con frecuencia en microbiología de forma redonda y de poca altura), matando a la bacteria staphylococcus que se encontraba en su interior. Desde luego un gran descubrimientos que ha ayudado a millones de personas
Con estos y muchos más ejemplos nos damos cuenta de que en la ciencia también hay hueco para los no tan genios y un poco patosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario